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  • Madrid es la capital de España, de la Comunidad de Madrid y de la provincia homónima. También conocida como La Villa y Corte, es la ciudad más grande y poblada del país, alcanzando oficialmente 3.207.247 habitantes dentro de su municipio y 6.543.031 en su área metropolitana, siendo por ello la tercera área urbana más poblada de la Unión Europea. Ver mapa
  • Los símbolos de la Villa de Madrid son la bandera carmesí propia de los ayuntamientos castellanos y el escudo tradicional con el oso y el madroño, tocado con corona real antigua, según el actual reglamento de Protocolo y Ceremonial del Ayuntamiento de Madrid. En 2004 la corporación municipal adoptó un logotipo basado en el escudo de la villa, en línea de color azul claro, que es utilizado en los documentos internos y de comunicación externa.

El antiguo comercio de la nieve en la sierra de Madrid

Antes de la invención de los frigoríficos, esos seres de blanco cuya respiración achacosa acompaña la noche de los insomnes, la única forma de obtener hielo era extraerlo de las cumbres de las montañas. Ventisquero del Ratón Imagen del ventisquero del Ratón donde se aprecia los muros de piedra Desde principios del siglo XVII hasta finales del XIX se estableció un fluido comercio de esta mercancía, que era transportada por arrieros desde las estribaciones de la sierra de Guadarrama hasta la capital.

Imagen del ventisqueo del Ratón donde se aprecian los muro de piedra

El ventisquero del Ratón En lo alto del Hueco de San Blas, exactamente a 2.000 metros de altitud, se encuentra el ventisquero o nevero del Ratón, un lugar donde el Paraíso abrió una sucursal. Hasta allí subían los neveros en mulas durante la Edad Moderna para obtener la nieve con la que se mercadeaba hasta no hace demasiado tiempo. El último tramo del camino se ha perdido hoy día, pero aún se conservan los muros de piedra levantados hace más de 400 años para acumular la nieve. Ésta era bajada en mulas a Chozas de la Sierra (actual Soto del Real) donde existía una casa o pozo de la nieve en el barrio del Solar que estuvo funcionando hasta el siglo XIX.


Allí se apelmazaba y se guardaba parte de la nieve en pozos en forma de hielo; el resto se llevaba en carros hasta Madrid, una vez preparada la carga que se cubría con pieles y se tensaba con cuerdas. El comercio de la nieve en la sierra de Madrid, los neveros Según Real Orden la nieve se tenía que transportar desde Chozas por el Camino Real que llevaba a Colmenar Viejo y, desde allí, directo a Madrid entrando por la calle Fuencarral hasta su destino cerca de la puerta de los Pozos de la Nieve, en la glorieta de Bilbao, en cuyas inmediaciones existían cinco grandes pozos. Otros ventisqueros Cerca del ventisquero del Ratón, pero en la cara septentrional de la loma de Bailanderos, se situaba el ventisquero del Algodón. Hasta allí llegaba el Camino de la Nieve que, desde el puerto de la Morcuera, bordeando la Najarra, desembocaba en Chozas y aún hoy se conserva, aunque eso sí con tramos borrados por el olvido y otros convertidos en pista forestal.

El "Pozo de cuelgamuros" es uno de los pozos mejores conservados de la Comunidad de
Madrid. Según las crónicas fue construido en 1609, y estuvo en uso hasta el año 1934

Posteriormente, al abrirse el nuevo paso al puerto de Navacerrada por Villalba en época de Carlos IV, se explotaron nuevos ventisqueros como el de las Guarramillas, más conocido por de la Condesa, el de la Estrada o el del Regajo del Pez. Pozo de Cuelgamuros de San Lorenzo de El Escorial El “Pozo de cuelgamuros” es uno de los pozos mejores conservados de la Comunidad de Madrid. Según las crónicas fue construido en 1609, y estuvo en uso hasta el año 1934 El oficio de nevero Los arrieros que se dedicaban a trajinar con la nieve lo hacían de forma temporal desde abril o mayo hasta el verano, puesto que en siglos anteriores la nieve se acumulaba en los ventisqueros de la sierra hasta bien entrado agosto. Era un oficio muy duro pues subían a la sierra de noche y, tras cargar, debían bajar el enorme peso que acarreaban las recuas por sinuosos caminos, con la única compañía de las alimañas y el propio miedo.

Fuente: Brujuleando la sierra

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