La estatua de Felipe III, un cementerio de gorriones
Al entrar por uno de los de sus arcos de la increíble Plaza Mayor nuestra vista se dirige hacia una estatua rodeada de una valla negra. Esta estatua, de un hombre cabalgando, representa a Felipe III y fue construida a principios del siglo XVII en bronce. Si alzamos la mirada hacia la boca del caballo podremos observar que la boca está soldada. Aunque no siempre estuvo así: cuando fue fundida en Florencia por Juan de Bolonia y finalizada por Pietro Tacca, la boca del caballo estaba abierta.
Pocos turistas y ciudadanos conocen que esta estatua, fue para muchos gorriones su cementerio. Los pajarillos se posaban en la boca y después de entrar por el estrello pasillo de la garganta que conducía a la entrañas oscuras del caballo los pobres gorriones revoloteaban en la oscuridad, intentado encontrar una salida. Cuando por fin encontraban la abertura, descubrían que la longitud de sus alas les impedía escapar a través del agujero.
Pocos turistas y ciudadanos conocen que esta estatua, fue para muchos gorriones su cementerio. Los pajarillos se posaban en la boca y después de entrar por el estrello pasillo de la garganta que conducía a la entrañas oscuras del caballo los pobres gorriones revoloteaban en la oscuridad, intentado encontrar una salida. Cuando por fin encontraban la abertura, descubrían que la longitud de sus alas les impedía escapar a través del agujero.
Durante muchos años nadie supo la existencia de esta trampa mortal, hasta que en 1931, el año en que se proclamó la II República, un grupo de personas colocó un explosivo de gran potencia en el interior de la estatua. Cuando el vientre explotó el aire se llenó de cientos de huesos de pajarillos, con lo que se descubrió la trampa mortal para gorriones que había estado oculta durante siglos.
Tras la Guerra Civil se inició la restauración de la estatua por el escultor Juan Cristóbal. Desde entonces, la boca soldada del caballo ha salvado la vida a cientos de gorriones, que de lo contrario, hubieran seguido acabando su existencia en el interior de la estatua.
Fuente: fotomadrid.com
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