Los 10 rincones más curiosos de Madrid
Desde la plaza más pequeña a la calle más corta o el restaurante más antiguo, pasando por una réplica en miniatura de la mismísima Torre Eiffel. Son algunos de los escenarios pintorescos que se cuelan en un simple paseo por la Villa y Corte. Sólo hay que estar alerta.
1. La plaza más pequeña
Más céntrica, imposible... En pleno Madrid de los Austrias. No en vano, la atraviesa la diminuta calle del Conde y, un poco más allá, aparece la calle Segovia. Allí se sitúa la plaza más pequeña de la capital. O lo que es lo mismo, la Plazuela de San Javier, presente ya en los planos de la urbe del siglo XVIII. Un flamante palacete rojo con título nobiliario incluido en su escudo se erige como epicentro. El lugar es el escenario, además, de la mítica zarzuela de Luisa Fernanda, estrenada en el año 1932.
2. El Cementerio de los Ingleses
Por no ser católicos se les impedía ser enterrados en un cementerio al uso. De ahí que éste asentado en el barrio de Carabanchel (actual calle Comandante Fontanes) diera cobijo a los cuerpos de los extranjeros. Y de ahí también el nombre, Cementerio Británico, aunque no todos los inquilinos tienen esa nacionalidad. Y es que el primer enterramiento fue el del señor Arthur Thorold en 1854, inglés de pura cepa. Luego llegarían los Bauer, Parish (fundadores del Circo Price) y hasta miembros de la familia Loewe. Ya no suelen celebrarse actos funerarios, pero sí es posible enterrar cenizas.
3. Un jardín entre tapas y vinos
Por mucho que haya tapeado por los bares de La Latina un domingo cualquiera (día culmen del castizo barrio) quizá no haya reparado en el Jardín del Príncipe de Anglona. Ubicado en la mismísima Plaza de la Paja, meollo latinero, se esconde este coqueto parquecito de acceso público cuyo origen se remonta al siglo XVIII. Eso sí, hay que quererlo encontrar para dar con él. Nadie diría que tras las vetutas puertas de una antigua casa solariega ya inexistente se esconde un edén de suelo enladrillado con pérgolas, fuentes, setos de boj y rosaledas.
4. El restaurante más antiguo
Su inauguración data de 1725, lo que lo convierte en el restaurante más antiguo del mundo, con hueco incluso en el Libro Guinness de los Récords. Al menos, de los que se han mantenido en activo sin parar, aunque siempre habrá el que le ponga alguna pega al título... Su nombre, Botín, es un clásico entre los locales apostados en los aledaños de la Plaza Mayor. Sus especialidades: cordero y cochinillo asado al viejo estilo castellano en horno de leña. Benito Pérez Galdós lo nombró en su famosa Fortunata y Jacinta. Y una placa en la fachada lo recuerda.
5. Una bodega de cine
Se celebran presentaciones, se ruedan películas y anuncios, se organizan cócteles... Todo cabe en la Antigua Bodega San Blas, un fascinante enclave de 360 metros cuadrados esculpido a base de arcadas de piedra originales. Se levantó en el siglo XVIII para la elaboración y conservación de tinajas de vino, siendo una de las bodegas con más solera de la capital. Su ubicación: a apenas unos pasos de la estación de Atocha, en la calle San Blas, 4, como su propio nombre indica. Es decir, el Barrio de las Letras.
6. La calle más corta
De la plaza más pequeña a la calle más corta de Madrid. Es decir, la de Rompelanzas, a caballo entre la de Preciados y la del Carmen, a unos metros de la estación de metro de Sol. Allí se sitúa esta travesía de apenas 20 metros. El nombre se debe a la facilidad con la que se rompían las lanzas de madera que portaban los antiguos carruajes de caballos allá por el siglo XVI cuando pasaban por aquí. No había una que se salvara... Y con ese apelativo se quedó. Véase la placa.
7. Como en un cuento de hadas
Nos trasladamos a San Martín de Valdeiglesias para colarnos en un jardín botánico inusual perfecto para pasar una tarde con los críos. Se llama El Bosque Encantado y en él hay de todo: laberintos, hadas, exposiciones de cactus y bonsais, arroyos, cascadas naturales... Hasta tillandsias, la planta más antigua del planeta. Es decir, una inmersión en toda regla a caballo entre un cuento de hadas y las pintorescas figuras de Eduardo Manostijeras, que también las hay.
8. Atardeceres de escándalo
Justo detrás de la basílica de San Francisco el Grande, a eso de las 9 y pico en verano (bastante antes en invierno), comienzan a congregarse curiosos en busca de los uno de los atardeceres más hermosos de Madrid. La gracia está en sentarse en la explanada y ver cómo, poco a poco, se oculta el sol mientras la ciudad al completo se despedaza con la Casa de Campo allá a lo lejos. ¿Otros ocasos de escándalo en la Villa y Corte? El que se deja caer en el Templo de Debod, en los jardines de Sabatini del Palacio Real, en el parque de El Retiro, en la Dehesa de la Villa...
9. Las mejores vistas
Son probablemente las mejores vistas de Madrid. O, al menos, una de las menos conocidas, ya que el ingreso al Club Financiero Génova, justo enfrente de la Plaza de Colón, es privado. Sí puede accederse en presentaciones de eventos y actos así o si se va de la mano de algún socio. Y llegado el caso, la panorámica de Madrid en 360º no decepciona a nadie. La calle Goya, el Pirulí, el Retiro, las Torres Kio, el faro de Moncloa, las antiguas torres del Real Madrid... Todo se ve desde la azotea de allá arriba.
10. El Puente de Londres en miniatura
Acabamos la selección de rincones capitalinos curiosos con el Parque Europa de Torrejón de Ardoz, al este de la comundiad, un complejo donde todos los monumentos planetarios imaginables encuentran su réplica en miniatura.
Con tres años de historia a cuestas, al parque no le falta el Puente de Londres, la Fontana de Trevi romana, la Torre Eiffel, la Sirenita de Copenhague o el Muro de Berlín. De territorio patrio nos quedamos con la Puerta de Alcalá. Pero hay más. Y de fuera seguimos con el mismísimo David de Miguel Ángel. O el simpático Manneken Pis (el niño que orina) de Bruselas.
Fuente: El Mundo
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